de cuentos finales

Me lo devolvieron, al fin.

Lo recibí en el correo temprano un jueves, llovía.

Abrí su caja y ahí estaba, apenas contuve el aliento y no grite solo un nudo me creció en la garganta tan grande que se notaba desde el árbol de lilas del foyer.

Estaba tibio aun, suave. Pesado lo sentí en mis manos como un trozo de barro húmedo.

Debí saberlo desde que me miro con desdén apostado detrás de su barricada de concreto, cruzaba los dedos despreocupado; su mirada me ha seguido desde entonces, desde el espejo.

Portaba orgulloso el carmín en el pecho como un cardenal.

Pase por ahí mas de una vez sin pretextos suficientes mas un whisky el jueves por la noche.

Los jueves me han dejado muchas marcas en los brazos.

Lo sostuve un momento como un testigo incrédulo, lo sentí por ultima vez, se agitaba sin ritmo apenas tembló unos minutos, después no pude mas que llevarmelo instintivamente al vientre y lo apreté con fuerza creo que estuvimos así un buen rato.

Se formo un pequeño charco donde deje mis huellas cuando al fin pude volver a pararme. Prendí una luz aunque no lo deseaba, me recargue con pesadez en la orilla del labavo y fije los ojos en la imagen del espejo. Eran alfileres, de ira, de desprecio.

Ahí también se quedaron las marcas embarradas de mis manos.

Siempre me reproche haberlo prestado así, sin garantía que me lo devolverían siquiera.

Pero esto!

Esto era inaudito, en su ultimo aliento me pidió que le matara, si era cierto que lo quería me pidió que le reventara la cabeza y terminar con todo!

Ni 49 inyecciones de morfina hubieran podido adormecer el dolor.

Angela me pidió melón la ultima vez que nos vimos, sus ojos eran de agua, como unas canicas verdecitas, yo ame esos ojos con el corazón nuevecito, esa fue la primera vez que sentí como se revolcaba en mi pecho tan pequeño tan blanco.

Nadie me dijo que nos estábamos despidiendo. Yo tenia ocho años .era jueves.

De ahí las penas iban y venían, dolores púberes, apenas moretones.

...CONTINUA

MW